Lo peor del feminismo es que eres capaz de poner nombre a los abusos que sufres todos los días. Lo peor es que puedes nombrar, definir y perfilar lo que está ocurriendo con tu cuerpo en un entorno adverso, y eso te provoca cierta distorsión que no se resuelve, porque eres incapaz de poner la acción como la piden desde fuera, y entonces se desborda la tú primitiva y golpea tres veces la mesa, porque es el abuso al que no se quiere parecer y el abuso que se está ejerciendo desde la supra estructura que te está comiendo poco a poco, tan despacio que no te das cuenta.
Lo peor de ser feminista es que es un método para entender el mundo pero es, a su vez, un método que el mundo no entiende y no está dispuesto a entender. Lo peor del feminismo es que no puedes no ser feminista cuando descubres todo lo que se puede hacer con él.
Lo peor del feminismo es que no vas a renunciar a él y sabes además que no puedes dejar de serlo, no puedes dejar de mirar con los ojos que te ha dado. Lo peor del feminismo es que cuando no seas feminista, el feminismo te dirá que no estás siendo feminista y te dirá cómo salir del atolladero en el que el mundo te ha puesto. Lo peor del feminismo es que no es algo teórico, es algo tangible, pragmático, y que atiende a la circunstancia del instante, del día a día. Lo peor del feminismo es que, con el feminismo, se puede hacer trabajo y trabajar con él.
Lo peor del feminismo es que te da la voluntad para tomar tus decisiones y te dice también la razón de que no tengas la voluntad para tomarlas.
Lo peor del feminismo es que te construye un espacio de confort que no le gusta nada al mundo, y es un espacio de confort donde caben más cuerpos como el tuyo; pero esos cuerpos nunca serán hegemónicos.
Lo peor del feminismo es que acabas siendo feminista y si no, es que no sabes qué es el feminismo.
Este texto puede que sea uno de los más difíciles o puede que me resulte sencillo y legible. He de decir que tenía ganas de cogerlo y tenía ganas de decirlo porque me lleva rondando tiempo por la cabeza.
Estoy leyendo un libro de ensayos de Oscar Wilde y han caído en mis manos unos estudios sobre su obra y la de Baudelaire. Diré que Wilde siempre ha sido un personaje interesante para mí y que también lo ha sido Baudelaire. De los dos he leído poesía, ensayos y teatro, pero no sé si he profundizado lo suficiente como para intentar explicar este texto. Aun así, y después de esta chapa pretenciosa y machirula, voy a empezar hablando de una serie de personajes que rodean mi vida tanto de manera física, como de manera mítica. Hablaré del personaje de la Reina de corazones de Alicia, del Rey Ricardo de la canción de León Benavente y del incombustible mito de Narciso por el que siempre he sentido cierta adoración, lo cual dice muy poco a mi favor.
Todos los personajes de los que hablo niegan al otro de una manera violenta y parten de sentirse y creerse con el poder, y hasta aquí, nos sabemos el cuento de los personajes despóticos y crueles que maltratan a sus subalternos y dudan de sus iguales. La eterna lucha de poderes. Lo curioso de este texto que estoy intentando coser, mientras escucho a Simone, es que los relaciono con el pobre Narciso. Ahora, es el momento en que mi lector o lectora dirá "horror, ¿Narciso?, ¿ese machirulo enamorado de sí mismo, que destrozó a Eco?, no es 'pobre'; es un hijo sano del heteropatriarcado". Y tendrán razón y razones, pero como siempre me gusta dar vueltas de tuerca a las cosas y dudar de lo establecido y definido, voy a proponer una lectura, no nueva pero si revisada y recogida de algunos textos de Wilde.
Para hablar de Narciso tengo que hablar del S.XIX y es evidente que si mencionamos a Wilde o a Baudelaire, estos personajes son del mismo siglo. Entre muchas cosas, Narciso es uno de los grandes mitos que pueden definir a este período, en tanto en cuando es el momento en el que empiezan a desarrollarse los conceptos de personalidad e individualidad, manejados por la nueva clase dominante, aunque sea cierto que tienen antecedentes. Nada nace de la nada.
En el S.XIX aparece lo que ya se puede definir como una sociedad contemporánea: se sustituye un sistema de producción por un sistema de consumo cuya base está en la burguesía, que intenta explotar el deseo como vehículo para consumir. Este deseo tendrá que crearse en modelos más o menos estandarizados pero que respondan a cierta individualidad, a cierta diferencia, casi inaprensible para unas máquinas de producción en cadena. La burguesía, entonces, se proclama con la bandera del consumo, un consumo no exento de fetichismo y, con ella, con la burguesía, aparece el individualismo, la proyección del individuo como alguien diferente en el conjunto social. El católico y conservador Balzac en su tratado De la vida elegante, ya habla del individuo, en tanto que, el individuo es una persona. Así pues, y aplicando la premisa mens molem agitat, entiende que los andares, los modales, son actos que proceden inmediatamente del hombre y que están totalmente sometidos a las leyes de la elegancia. La mesa, la servidumbre, los caballos...la decoración de la casa, solo derivan por así decirlo mediante la persona. Es decir habla de una manera muy renacentista y a su vez platónica (obviamos, para este texto, el concepto de universalizar con la palabra 'hombre' al género humano) de cómo el interior, elegante, se proyectara en el exterior. Estando o no de acuerdo con ello, sí que me interesa esa marcación de lo individual y recogiendo lo que antes he mencionado sobre la sociedad de consumo en la que poco a poco se va convirtiendo la sociedad del S.XIX, y gran parte del S.XX, tendremos que pensar: ¿qué implica en una sociedad de consumo el individualismo?. Pues, por ejemplo, gente que desea cosas que no sean necesarias, estrictamente necesarias, y que proyecten su diferencia con respecto al grupo. Es decir, necesitamos un consumidor que se sienta individual y que quiera proyectar su individualidad en todo aquello que toque y le rodee, proyectar su deseo hacia fuera y con él su personalidad.
Hay algunas teorías que mantienen que la complicación de los vestidos femeninos que se va produciendo a lo largo del S.XIX -después de los vestidos ligeros y trasparentes (corte imperio) de la revolución-, es debido a ir convirtiendo a la mujer en el objeto visible del poder del hombre. Es decir, ellas proyectan en sus cuerpos y en sus atuendos, la clase social del marido que empieza a uniformarse con lo que es un proto traje de chaqueta masculino. Este uniforme se aprecia en los cuadros impresionistas de autores como Manet. Como respuesta a tanto uniforme burgués aparece la figura del Dandy, que es el exceso del individualismo, proyectando en todo su entorno, no sólo su individualidad sino, a su vez, su individualidad artística y fuera de la norma. Y ahora me dirá mi lector o lectora ya hartx "y ¿qué tiene que ver eso con tus reyes y tus reinas e incluso con tus Narcisos reinterpretados?". Con paciencia hilaremos como Parcas este texto.
El Dandy es narcisisista o tiene extremo cuidado con él mismo y ese extremo cuidado se puede leer como una proyección del ego del que no sólo se gusta a sí mismo, sino de quien gusta de ensimismarse en su contemplación. Y volvamos al mito.
Narciso era una persona que fue condenada, en realidad, a no conocerse nunca, porque ese autoconocimiento lo llevaría a la perdición, a la muerte. Es decir, entiendo el reflejo como una manera de saber quién eres, como una manera de autoconocimiento. El reflejo se produce en el espejo de las aguas. Y es curioso, porque las aguas, las aguas profundas u oscuras, suelen relacionarse con lo desconocido, con la sabiduría, y ahora ya esta creado el vínculo. Es un tópico de algunas culturas el creer que los dioses guardaron los mejores dones y mas preciados dentro del individuo y como reza, este tipo de cuentos antropocentristas, en especial uno budista, es el único lugar donde el ser humano no buscará. Por lo tanto, el dandy como producto y atravesado por su época, en tanto que reacciona ante la creación industrial y los uniformes del hombre burgués, es una persona que se ha contemplado a sí misma, se ha gustado y ahora, es donde está la disyuntiva. ¿Una persona puede contemplarse y conocerse a sí misma?. Ahora están muy de moda aquellas "religiones" que proponen la consciencia, pero el buen dandy no sólo se contempla ensimismado a sí mismo, sino que deberá superar esa fase del autoconocimiento, de embelesarse con uno mismo para poder conocer, a través del conocimiento que tiene sobre él, al otro, al otro con todas y cada una de sus diferencias y similitudes; y al contemplar al otro, mejorar el entorno común que le rodea. Pero no desde la estética vacía y burguesa, sino desde la estética que puede mejorar de manera sustancial la vida de las otras personas y les puede ayudar a mejorar su entorno, a mejorar su propia existencia y buscar su propio camino de experiencia estética.
Pero ¿cuántos superamos la mirada complacida y tan burguesa de mirarnos? Wilde, en algunos de sus textos, condena al dandy que sólo vive por y para él; que conoce su parte oscura pero queda atrofiado, cual ostra, en sí mismo (esto se produce en Wilde sobre todo cuando es detenido y encarcelado por la reina que dio voz a la Reina de corazones en Alicia). Un ejemplo de ese peligro que corre el narciso que solamente se contempla y busca su auto satisfacción es el retrato de Dorian Grey, en el que no quiero extenderme, puesto que he de seguir cosiendo, para llegar a mis otros dos personajes: la Reina de Corazones y el Rey Ricardo. Los dos son lo que entendemos por déspotas, viven buscando su propia satisfacción, justo al contrario que esa canción, ya mainstream, que dice no encontrarla.
Y seguimos. Hay también un narciso, que está agraciado de esa frescura e ingenuidad que se llevan a gala: es el narciso que se contempla con la ingenuidad de un niño o niña, que sólo ve lo agradable y desconoce o niega lo no agradable y, con la ingenuidad, consigue la crueldad -no nos engañamos, todo adjetivo tiene en él la posibilidad de transformación, dando con el discurso adecuado-. Después, con verdadero esfuerzo y cuando descubre el mal o lo molesto, lleva hasta el paroxismo de lo ridículo su afectación, que siempre tiene cierta dolencia de clase media agraciada. Culturalmente, se asocia con mujeres pero es, insisto, algo cultural y, por lo tanto, parte de una visión heteropatriarcal que es, por definición, machista y misógina.
Este tipo de Narcisismo que no sale de él mismo y que resulta vacío y nihilista, es muy apreciado en los libros de autoayuda o de psicología de empresa, donde la observación parte de un ensimismamiento condescendiente con uno mismo y una readjetivación de los defectos con palabras que suenen mejor. No es de extrañar que, de manera sensacionalista, digan que los grandes directores o gestores, en realidad psicópatas y sociópatas, sean gente con capacidad de liderazgo. Tony Soprano también es líder y en su historial tiene una gran cantidad de muertos; la Reina de Corazones también es líder y genera una gran cantidad de destrucción y miedo en su entorno y el Rey Ricardo es capaz de redimir los males.
Y sigo hilando, porque después de hablar de Narciso como enfermedad, insisto, quiero romper una lanza por el mito. Se puede entender que el autoconocimiento es algo positivo, es algo que es bueno, no es el qué, nunca, es el cómo, el dónde y el por qué. Y hay, en todo autoconocimiento, un profundo narcisismo que dista mucho de ser superficial y estéril. Es el Narciso que pasa a ser de un ser individual a un ser social.
Dicen que las personas que se tocan la tripa mientras hablan, o el pelo, tienen un lenguaje corporal de Narcisista. Mis reinas y reyes hacen este gesto; pero además hacen muchas más cosas. Hablaran solamente de sus sentimientos y emociones; pocas veces escucharán lo que tú sientes o cómo te sientes. Utilizarán su propio autoconocimiento para conquistar espacios tuyos.Cortarán cabezas, su poder será medido en tanto en cuanto dominen al otro a través de jerarquías que se relacionarán con tus tiempos y sus necesidades. Te ayudarán buscando en la ayuda una devolución o una forma de autocontrol sobre ti. Será gente que cuando hable de otros siempre lo haga mal. Es un tópico que se ha extendido y que ensombrece al propio mito de Narciso, el Narciso que, con el autoconocimiento de él mismo y el sumergirse en esas aguas profundas donde aparece su reflejo, es capaz de salir de ellas y toda su primera fase le sirve como soporte para pasar a ser un Narciso social que entiende el entorno e interactúa con él de manera solidaria.