domingo, 26 de abril de 2015

Diario de la pérdida y el deseo: Abril y el tiempo

Duerme en el sofá, descansa del ruido de la lluvia. No le gusta la lluvia. 

B no esta ahora y la tarde ha navegado entre las letras de Cernuda. Entre lo que cambia y lo que sigue igual. Entre la nostalgia que queda del paso del tiempo entre los pliegues de la piel y la memoria dañada de una anciana, que reposa en un sillón demasiado grande para su minúsculo cuerpo. Sus huesos, cristales puros de tiempo. Tiene las tetas caídas y lucha por su dignidad quitándose el pañal. Recuerda una finca y un caballo, un padre y una madre pero no recuerda a los hijos y a los hijos de sus hijos.

El tiempo pasa tan deprisa cuando creces, el tiempo pasa tan deprisa. Duele tampoco, que es como el sonido del ruido de la lluvia que no le gusta a N mientras descansa en el sofá, ajeno al tiempo.

La voz de la chica rubia que nunca fui, suena. Y una flor por la que no pasa el tiempo me recuerda al tiempo que pasa por las margaritas blancas que trajiste este viernes.

El vestido de novia descansa en el armario de caoba de la que nunca perdió la memoria. El armario es la memoria de la casa. No hay armarios para toda la memoria donde cabe una vida. No hay armarios para esconder todos los sueños.Tengo un montón de sueños escondidos entre los armarios pero ahora no encuentro ninguno. Son cajas vacías de sueños y llenas de objetos. No recuerdo lo que quise ser, no recuerdo si alguna vez quise ser algo, pero todo esta ahí, dormido, guardado en las cajas  llenas de objetos.
.
Es todo tan fácil que me da miedo. Siento un pequeño vacío entre mis pies vestido de blanco y vestido de pena, es un vacío vestido de pena blanca. 
Los sueños y el tiempo duermen en el lecho que construimos con ellos. Son pequeños depredadores. Son las sabanas de un gran almacén enredándose entre las piernas. Serpenteando un día de pleno verano entre el sudor epitelial. 
Ayer busque todo lo que pude haber perdido antes de ir al centro comercial de las afueras. No lo encontré. Sentí una extraña pena ácida en la boca del estomago.


No hay sueños a los 37, no encuentro los sueños de los 20 cuando tengo 37. ¿Siguen dormidos o descansan al lado de N ajenos a la lluvia de esta tarde de Abril.?





jueves, 16 de abril de 2015

No seré la novia

Iré a casarme
pero no seré la novia.
Iré a casarme y
no habrá novio.

No habrá banquete madre y,
tampoco habrá vestido blanco de novia.

Iré a casarme sin padrino
tampoco tendremos madrina.
Iré a casarme y no tiraran confeti,
no tiraran arroz,
no habrá pétalos rojos en el suelo.

Iré a cansarme y el vestido
no será blanco,
no será un vestido largo,
no sera un vestido de encaje
porque madre,
no seré la novia aunque camine a casarme.

Iré a casarme
pero no habrá invitados formales
iré a cansarme
y no recogerá nadie el ramo más que la tumba
la tumba de la desmemoria
que duerme ahí,
a dos metros de tu cama.

Iré a casarme
pero no habrá familia
recuerda,
a todos los enterramos
a las afueras de este otro cementerio.

Iré a casarme descalza
caminando entre los musgos
con toda la educación a mis espaldas
ligera iré pero con peso.

Iré a casarme con cuidado
en silencio
no quiero despertar los sueños
los sueños, que recaen sobre mis hombros.
Vuestros sueños,
son pequeños cuchillos.

Iré a casarme de azul y negro
con las flores que hablan de desiertos.

Iré a casarme
mi amor es infértil a tus ojos
mi amor infértil, ira orgulloso a casarse
por el sendero blanco, por el sendero rojo
por el sendero que ya llevamos, amor.

Amor,
¿te casaras conmigo sin banquete,
sin confeti, sin arroz
sin pétalos de rosas en el suelo?
amor,
¿te casarás conmigo sin vestido
blanco, sin vestido
largo, sin encaje?
Amor,
¿te casarás conmigo aunque
no quiere ser novia?
Amor
en nuestra boda
no hay invitados formales
el ramo serán cactus y,
mi vestido será el color de la noche
el color de una noche de verano
con mar y vino.
Amor, ¿dormiremos
a las bestias cuando te cases conmigo o,
las despertaremos y serán Furias sedientas?






domingo, 12 de abril de 2015

"El amor, el mar del norte y un vino blanco" el título cedido de una conversación en Face By Calamity

La teoría de la relatividad general predice que el espacio-tiempo no será plano en presencia de materia y que la curvatura del espacio-tiempo será percibida como un campo gravitatorio.



El tiempo no son los segundos, ni los minutos que marca el reloj; tampoco sé si son las magdalenas de Proust. El tiempo no es e/v. Tampoco el tiempo es la manera de contar los hechos cronológicos. No hay tiempo en la vivencia. El tiempo acontece en el momento que necesitamos narrar. Pero ¿necesitamos narrar?; narrar con palabras frases, acciones. Borges dice sobre la acción de narrar, explicando lo que se percibe con el ojo, que presenta el problema central, como un problema que es irresoluble: la enumeración, si quiera parcial, de un conjunto infinito. Si en vez de en el acto de ver, lo ejemplificamos en el acto de vivir, para mi cabeza la complicación es semejante. Siento, oigo, huelo, veo a la vez y me veo en la obligación de compartimentarlo para poderlo explicar; de crear una ficción que, de una manera cronológica, exprese todo eso. 

Para los griegos el tiempo tenía dos dioses diferentes: Cronos y Kairós. Uno era cuantitativo, otro era cualitativo. Uno representaría un tiempo cíclico (Kairós), el otro sería un tiempo concebido de manera lineal (Cronos). Supongo que el tiempo del que yo hablo, el tiempo que siento a veces, en esos períodos entre tiempo lineal y repetitivo que supone la productividad, es un tiempo cíclico y puede que no narrado. Sería como hablar de capricornio y piscis, si nos ponemos telúricos e inaprehensibles.  

Esta Semana Santa hemos hecho demasiadas cosas, hemos visto demasiadas cosas. El tiempo se ha dilatado y encogido, se ha agrandado y se ha hecho pequeño. Se ha hecho tan pequeño como un chicle o la goma elástica de una falda. El tiempo lo he resumido en postales de instagram. Dice Kundera, en una frase de  la exposición cuya comisaria es Lola Garrido, que la memoria no guarda películas, guarda fotografías. Es decir, la memoria no utiliza la narración propia del discurso -el tiempo-, sino que congela el tiempo. Con estas premisas -más poéticas que a lo mejor reales- siempre tengo muchas dudas, porque soy consciente de que no todas las personas almacenamos por igual las experiencias. Pero en mi caso es verdad. Mi memoria se ha canalizado como una foto de instagram: son recuerdos retocados con diferentes filtros emotivos.
El tiempo lo he memorizado con colores: con el calor en la costa brava (naranjas, amarillos y olor a salitre), y Cantabria es el olor verde de la hierba y el agua erosionando las montañas que caen al mar. Una puesta de sol que recuerda lo inabarcable. El tacto de la arena y el color que tiene el mar (azul oscuro/azul turquesa), los mares. 

El tiempo es y ha sido durante día y medio, el olor a cloro de la piscina de la foto de Nemo paseando por su borde. El olor de la madera quemada de encina en la casa del padre y el sabor de esa encina en la mariscada. El dolor de estómago, agudo y la náusea, que es una foto de un retrete blanco y unos azulejos azul inmaculada.
Regresar a casa y que huela a la última comida que cocinaste antes de irnos. La discusión a golpes entre las encinas sobre gestiones no resueltas que es el sol tornasolado de las hojas apuntadas como cuchillos entre nosotres. Después los nidos de algodón de procesionarias avisando las nuevas vacaciones salvadas del desatino y, en esas nuevas vacaciones, el agua como pequeños cristales cortándome los pies y la foto de las deportivas descansando entre rocas afiladas. El viento que ensordece. El nacimiento de un río. El olor a vacas.

Todos los recuerdos almacenados como instagram, todo el tiempo volviéndose cambiante, unas veces extendido, otras comprimido, y el recuerdo de todo eso cubierto hoy, en este momento, por el espacio lineal y productivo que hace que el recuerdo se vuelva con ese sabor que tiene la nostalgia, con ese color sepia que tiene la nostalgia.