viernes, 25 de octubre de 2013

Te quiero morder el cuello.

No sé muy bien por qué pero siempre me han resultado interesantes y excitantes las personalidades de lxs malxs. Siempre he tenido curiosidad por ello, entendiendo que estás personalidades sirven para actuar como controladoras de lo correcto y lo incorrecto, son las encargadas de denunciar aquello que no encaje en la costumbre y de explicar las pasiones más oscuras del individuo, actuando, al igual que lo hacen los cuentos, el pecado o la medicina, como poderes coercitivos que acaban de una u otra manera, a veces más mítica, a veces más científica, sanando. Se utiliza el miedo a lo monstruoso como contención, como creación de moral o de ética y se llega a un acuerdo entre todos. 
Aunque creo que detrás de cada malo hay un miedo social a alcanzar un poco más de libertad individual.

Después de esta pequeña explicación, voy a intentar revisar mi propia mitología del cuento e intentar entender que todxs, en algún momento, somos alguno de esos seres y que gracias a que todxs a veces somo unos de esos seres, reseteamos nuestro propio yo y nuestra percepción del mundo para poder entendernos como crisoles y no como estancos (tengo dudas sobre la ontología del ser que aún no han sido resueltas), entendiendo al personaje no apropiado del cuento y poder con ello tener más lucidez sobre nosotrxs y nuestro entorno. Soy consciente de que estoy muy cómoda entre la mierda y es más, me siento segura entre ella de una extraña manera y eso, a su vez, condiciona mi discurso. Suelo buscar el límite de esos personajes de morales sospechosas y dudosas intenciones, sorprendiéndome a mí misma pensando en lo mucho que tengo del malo. Por supuesto, eso no se confiesa y aunque estemos en Halloween, mi disfraz va a decir de mí solo una parte y no todo.

Empezaré con la figura del vampiro. Me disfrazo de hombre vampiro, no me gustan las vampiresas. Prefiero pantalones, botines acordonados, camisas y levitas de terciopelo granate. Además, mi deseo encaja más con el cazador que supone el vampiro, encarnado en Drácula, que con la cazadora que supone la vampiresa.
Me confieso una admiradora del mito, que no de la novela de Stoker (escrita a modo epistolar me resulta, como me ocurrió con Amistades peligrosas, un coñazo), y de sus múltiples adaptaciones al cine, desde Coppola, la Entrevista con el vampiro, pasando por Nosferatu, Bela Lugosi o Christopher Lee. La saga Crepuscular no me convence, me resulta noña y tradicionalista a más no poder.
Empezare diciendo que la sangre en nuestra cultura es el alma, o se identifica con ella de ahí la ceremonia Cristiana del pan y el vino siendo uno el cuerpo y otro la sangre( mi pánico a los analisis que no a las agujas, viene de ahí, miedo a que me estraigan el alma, lo cual es sorprendente para alguien existencialista y atea.) Dicho de otro modo y, por supuesto, entendido sin ningún rigor de estudio antropológico, parece que en dicho banquete aúnan lo que Platón separó: el alma y el cuerpo.
En la iconografía vampírica, el no-muerto es un bebedor de sangre, es decir, un bebedor de alma en cuyas representaciones aparecen una serie de características que, aunque ya hayan caído en el cliché  y se formaran quizás desde ahí, pueden encarnar a aquella persona que puede hacer passing (en la cultura LGTBI, es aquella persona que 'pasa' por hetero pero es gay o les, aquella persona que pone de manifiesto en su acto de passing, "soy como tú pero no soy tú, a lo mejor tu no eres como crees, a lo mejor te pareces sospechosamente a mí"), conoce las normas y, en determinados momentos, se la salta a su antojo, poniendo de manifiesto lo absurdo de las mismas y la hipocresía que hay sobre ellas. Esto es mi fascinación , la duda de la norma, la duda de lo que conocemos para investigar en lo desconocido es lo que nos hace grandes y lo que nos ayuda a vivir con el otro, siendo el otro cualesquiera que sea; admitiendo al otro con el mismo amor y respeto que deberíamos tenernos a nosotros mismos. El vampiro surge del rechazo a uno mismo, del rechazo a sus creencias y la búsqueda del nuevo camino. Por supuesto, lo que se penaliza es la duda y sobre esa duda se crea la iconografía del degenerado que rompe todas las normas.
Son icono del burgués rebelde, porque en mayor o menor medida, siempre imaginamos al vampiro como perteneciente a una élite y muy individualista, no trabaja bien en grupo (al contrario que el hombre lobo), es un cazador solitario que utiliza los recursos retóricos y estéticos porque se ve conocedor de ello. Es a su vez un Narciso. Así que, ¿quién no ha sido nunca un embaucador elegante sofisticado y con cierto amaneramiento?. ¿Quién no ha buscado  en la pena la conquista del otro, quién no ha intentado seducir con el pasado a su presa?

Por ejemplo: la típica escena de calle donde dos personas están hablando y una muestra cierta afectación, cierto sentido de "hay que mal esta todo, que mal estoy yo", y ponemos esas absurdas miradas de cordero degollado, esas manos dentro de los bolsillos a caballo entre Dean en Rebelde y la puta que quiere modificar su vida. Yo, sé que lo he hecho, he bajado elegantemente la vista, he respirado con cierta ansiedad para narrarme como ese ser atormentado que sale de noche, adoro  de mí  esas poses, en esa manera de frivolizar sobre el sentimiento, sobre lo que establecemos como sentimiento doloroso cuando nos narramos, la escenificación, la teatralidad que ponemos de relevancia en nuestras vidas cuando los acontecimientos nos desbordan.

Existe, como en todas partes, esa otra visión del vampiro orgiástico; esa en la que seduce con ese atisbo de todo aquello que da el caos, con todo aquello que tiene de liberador el sadismo bajo tanta norma.Con poner de manifiesto el animal desenfrenado que, gracias a las técnicas de la sociedad industrial podemos llevar acabo. Tanto fetiche me fascina, me asombra y me asombra también cuando las personas descubren sus propios fetiches, sus propias sombras, aquellas que no nos gusta reconocer en publico, porque en ese mismo momento en que nos contemplamos como el bebedor de sangre, podemos decidir si queremos o no queremos ser ese ser, podemos ser conscientes de nuestra vulnerabilidad y nuestra fuerza para tomar la consciencia de lo que somos, no la decisión de lo que somos.

En la novela de Stoker se mitifica la personalidad del vampiro como aquel que, ante la fatalidad de la muerte del ser amado, renuncia a sus principios para hacer lo que le viene en gana, para revisar las normas de control social y utilizarlas según su antojo. Puesto que la vida es finita, se subleva ante la finitud de la vida corpórea. Es decir, se subleva ante la muerte, para conquistar paraísos en vida.


Gael, 25, 10

Tengo quince whats tuyos, no sé que voy a hacer con tanta información, me tienes petado y no soporto tanto control. Ahora una canción de esas tontas que te ponen tan sensible y a mi me dejan tan frío. Leo todo y no tengo claro que decir, tampoco tengo claro que quieras que te diga algo. Te mando una frase sentenciosa del libro que tengo entre las manos al pedo de lo que tú me mandas. 
Estamos en otoño y dentro de nada tengo que entregar el primer trabajo del master. 
Me peto con el móvil, me has petado con el móvil, cruzo los dedos para que no me llames. Cuando no te contesto, acabas llamandome e incendiandome la cabeza con todos tus problemas, madre, hermana, padre, dinero. 
Me miro en el espejo del baño y zas, me vibra el movil, eres tú, qué poca capacidad para sorprenderme, me resultas  tan previsible. Lo cojo para no parecer descortés, no me gusta parecer descortes, entre risas me dices que por qué no te he contestado antes, que hay que ver como me las gasto, utilizas ese tono complaciente que se utiliza cuando te molesta lo que hago pero tienes miedo a reñirme, tienes miedo a perder el control que tienes sobre mi, confundes control con deseo pero yo me dejo acariciar. Te digo que lo siento que estaba ocupado con otras cosas, te pregunto qué tal estás, como lo llevas, me hablas de que todo esta mal, utilizas esa voz melodramática que en otro me hubiese gustado pero en ti me deja indiferente. Hablo de que iré a clase por la tarde, qué si quieres que vayamos juntos. Me dices que sí, (ya lo sabía) es otra forma de controlarme y te crees que no me doy cuenta, me dejo controlar, me divierte el juego. No hay consecuencias en el juego.Quedamos en un punto intermedio, tu juego de seducción consiste en mostrar necesidad de mis consejos, necesidad de mi calor. Tu juego de seducción se presenta a modo de eficiencia y resolución, dos cosas que en este momento no me interesan. 
Te doy un beso, hablas, siempre hablas mucho, a mi no me gusta hablar. Te sonrió, tu quieres dormir conmigo y yo quiero dormir solo. Pero no te lo voy a decir. Entramos en clase, saludo, abrazo y él no ha llegado.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Gael: 23, 10

Me llamas y me dices que andas aburrido. Cuelgo. Me aburre tu aburrimiento y  unos diez minutos después me llamas abajo. Te abro la puerta y hago de tu más mejor amigo con pose de hombre comprensivo. Cocinamos una tortilla de patata y dudamos qué coño ver en series.ly. Me ducho, Shock, de Calvin Klein y te convenzo para dar un paseo por esta ciudad de provincias que no nos ofrece gran cosa. Nos miramos en el espejo del ascensor. Acabamos en un concierto heavy. Dos tequilas para mí y unas cuantas cervezas para ti. Bailas y yo miro desde la barra. No hay nada decente. Te digo que nos larguemos, que cojamos el coche y que buscamos algo mejor. Afirmas con la cabeza y salimos. Los bares de siempre. Conversamos sobre tus cosas. Hoy yo no hablo de mí. Me hablas de una tía, que si, que no, que qué más da, que te da miedo y rollos de ese tipo. Piensas que te escucho porque afirmo con la cabeza pero no me interesa una mierda nada de eso porque la tía en cuestión me cae gorda.
Pido dos orujos en vaso de tubo y  te propongo que no pienses, que dejes de pensar y que bailemos. Que bailemos en una de esas discotecas con luces verdes y humo que huelen a fresa. Aceptas. Llegamos y empezamos a sonreír, salimos a la pista. Te digo: no pienses baila; no caces, baila; sigue la luz verde. Sudamos, no damos para más y cuando salimos, parece que está amaneciendo. Te manda un whats la tipa esa que me cae gorda y vas corriendo a buscarla mientras yo me quito la ropa  y me meto en la cama. Se ve que tendré que intentarlo otro día, buscar otro momento para llevarte a la cama.

martes, 22 de octubre de 2013

Diario de la pérdida y el deseo: Todavía Octubre

El maíz ha crecido en estos campos de secano y los árboles recogen el color de las tardes de otoño, ese dorado de los días más felices.
Ayer hablé con B. Dice que para alguien como yo es fácil reconocer lo que a los demás les cuesta tanto y que no es ningún mérito. Estoy cómoda en los reflejos distorsionados de noches de botellas y resacas. B dice que el mérito para alguien como yo es perdonar, seguir adelante y tener sentido del humor. B sabe que me gusta reflejarme en los espejos de feria, pero lo que B no sabe es que solamente confieso el espacio de confort que me resulta cómodo, y tengo mucha práctica en andar entre cristales rotos y sombras deformes, soy una gran funambulista del drama.
Puede ser que tenga cierta propensión a desconfiar de las cosas buenas, porque siempre creo que en algún lugar, en algún momento, alguna de esas sombras que duermen tranquilas debajo de las cosas buenas me dirá que todo va a estallar entre mis pies, una especie de ligirofobia.
¿Tú te acuerdas de eso?, ¿te acuerdas de cuando todo estallaba?, ¿te acuerdas de mi piel blanca y mis cuarenta y cinco kilos hechos a golpe de discusión y olvido?, ¿recuerdas el color de mi pelo?, ¿recuerdas el bajo quemado de mis 501, el tamaño de mis pies y el olor de mi perfume? A mí no me queda nada, pero me sentaba bien esa pose, me favorecía la media luz y la fuerza radicaba en la debilidad, en la anestesia que produce la debilidad y la lucha combinadas irremediablemente en un cuerpo de tobillos estrechos y rodillas de hueso.Todavía están esas fotos, todavía las guardo en el altillo de la Billy.

Hace tanto frío... cae tan rápido la noche...

No nos parecemos a aquellos días, y no me puedo proteger de tanta normalidad, tengo miedo a la normalidad y me he acostumbrado a ella. La normalidad huele a sueños de palomitas y coca-cola, la normalidad huele a suavizante Mimosín y a pequeños cachorros comprados en un supermercado a mitad de precio con lazo de cuadros incorporado.
Perdóname si hago alguna excentricidad de esas tan burguesas y tan sofisticadas, de esas tan absurdas.
Se diluye el tiempo entre las manos, se diluye el tiempo después de cada polvo y el infinito es un lugar que cae a la vuelta de la esquina de nuestra casa. El infinito es el lugar por donde paseamos al perro una noche de tranquilidad inflamable.
Tengo tanto frío... ya ha caído la noche y la eternidad duerme, acechante, la siesta a los pies de nuestra cama.





jueves, 10 de octubre de 2013

Diario de la pérdida y el deseo: Octubre 1

Quiero encerrarte entre estas palabras, quiero contenerte en este texto de una tarde de un martes lluvioso. Me gusta que llueva y voy a hacer que nuestra historia quepa entre estos párrafos, entre estos renglones que se escriben con lo que nunca te voy a decir. Quiero desmembrarte y convertir cada extremidad de tu cuerpo en un objeto fetiche para mi disfrute, en dildos desestructurados.
Quiero hacer todas las cosas que sé que no se deben hacer para mantener nuestra integridad sana.
Quiero tener una relación donde tú seas mi objetivo y mi objeto, quiero una de esas relaciones en las que me convierto en tu depredadora ofreciéndote toda la libertad que nunca vas a tener. No conozco mejor droga que las promesas de libertad, para alguien de tu estilo.
Te engañaré con mi mejor foto, con esa que hace que parezca un ser inofensivo y bueno, con esa en la que adolezco de cierta impronta de niña pija.
Seré el lobo con piel de cordero y será precisamente eso lo que quieras de mí, querrás de mí ese engaño que te proporciona mi personalidad mutable y versátil.
Quiero tener una relación contigo; una de esas relaciones que son malas para los niveles óptimos de salud, de esas en las que no puedes dejar de pensar en mí y yo no puedo dejar de oler el sudor de tu espalda en las pulseras de cuero de mis muñecas.
Quiero que tengas miedo al compromiso y que te pongas nerviosx cuando intimamos. Quiero penetrar entre los pliegues de tu cuerpo, de tu vello, para que no puedas pensar en nada más que no sea yo; ser tu motor, lo que provoca en ti el movimiento, no sabes lo que me excita que te cueste la movilización hacia adelante y solo sepas dar círculos imitando el avance.
Necesito que tengas ese tipo de necesidad de mí, esa que nunca vas a tener por nadie que no seas tú, eso es lo que me hace desearte de esta manera tan en celo.
Eres hermosx con tanto miedo y no sabes que eso es lo que siempre me ha nutrido, soy un cazador como esa canción de Vegas. Eres de acceso difícil, como las ostras, pero es posible que no encuentre la perla. No me importa, lo que me fascina es el riesgo que hay en conseguirla, lo que me fascina es la dificultad de resistencia que me presentas, la posibilidad de herirme en tu búsqueda es lo que me atrae irremediablemente hacia tu centro de gravedad; pero eso tampoco lo sabes.
Tu incapacidad para intimar conmigo con esa intensidad que piensas que yo tengo, eso es lo que me vuelve loca. Sonrió de lado cada vez que veo eso en mí, es una impostura sencilla y cómoda, pero eso tampoco te lo voy a decir, porque necesito que te creas todas esas mentiras de este flirteo tan especial que caben en este texto.

Te estoy siendo infiel contigo desde este texto y no sabes lo bien que me sienta y lo mucho que me divierte tanta frivolidad. Me sorprendo leyendo nuestra historia solo en este texto, solo entre estas palabras y no puedo evitar pensar en ti desde aquí, desde esta pantalla, desde estas teclas grises. Solo pienso en ti si estoy aquí. Solo me fascinas desde lo que narro de ti a través de este texto; fuera de él, no eres nada especial, fuera de él,  yo no soy nada sugerente, pero en este texto puedo ser todo lo que quiera y convertirte en todo lo que desee, y por eso me resultas tan irremediablemente atractivx, por lo que tú tienes de este texto,  porque tú puedes ser cualquiera y porque la fascinación de lo narrado me hace que quiera tener una relación contigo, aquí, ahora, en este texto mientras me lees, porque ahora existo a través de ti.