domingo, 25 de mayo de 2014

La ternura y el as en la manga

Carezco de ternura. No tengo ni un ápice de tierna pero lloro, y mucho. Ponedme un documental donde un leona devore a una cebra y estaré llorando a moco tendido preguntándome, cual Schopenhauer, por qué es tan cruel la vida, sin consuelo ni respuesta. Soy arisca y me siento incómoda con la ternura aunque, por el contrario, tengo la capacidad de ser educada y acogedora, pero no puedo ser tierna; me cuesta aceptar el cariño de los demás, me resulta tan incómodo como un jersey de lana de roca. Me cuesta aceptar la ternura en tanto en cuanto la ternura se inscribe bajo un parámetro de feminidad en el que, por distintas razones, me resulta imposible encajar. En tanto en cuanto la ternura encaja con unos ideales femeninos que nunca han sido míos y que cuesta bastante re-interpretar y articular. Y seguramente tengan que ver con la negación de la fragilidad de los cuerpos feminizados.

No me gusta dar besos, la gente los vende muy baratos y además, el contacto físico, en mi caso, implica cierto grado de comodidad con elx otrx  (un grado de comodidad que puedo conseguir en una hora o tardar años en tenerlo porque, como casi todo, es una cuestión de cuerpos-mentes conversando). Supongo que esto es producto de una sociedad higienista, y de cómo aprendí a articular los afectos desde el espacio de un ser que aprende, que es vulnerable por razones impuestas desde fuera y descubre, con el tiempo, que es el hecho de ser vulnerable lo que le empodera. Pero esto es complicado de explicar y me desvío, sin querer, de la ternura, esa característica de la que parece que carezco.

No me gusta decir "te quiero" porque siento que está sobrevalorado y muy masificado, por lo que carece de sentido y sentimiento. Entiendo que amar es comprender y tener empatía por elx que se ama; que el amor es vehículo para desaparecer en elx otrx (algo que recuerda a esos personajes híbridos tan de finales del S.XIX) y mejorar lo común. Entiendo que el amor parte de un respeto profundo hacia la vida y la muerte, hacía la enfermedad. Una forma de articular el amor es la ternura. Entiendo que el amor es plural y se puede articular con el deseo pero que éste, a la vez, es también plural y múltiple. La ternura, como característica delx que ama también será plural y múltiple. Pero insisto, no soy tierna.

Últimamente ha caído en mis manos un libro sobre la tragedia, la locura y la cura. Sospecho mientras lo leo que padezco todos los males que describen. Es ese sentimiento de pathos que tengo tan marcado, una impostura como cualquier otra, y me sonrío de medio lado cuando siento que me pasa, porque una aprende a frivolizar y a buscar el atractivo de su impostura, y a que los demás tenga la posibilidad de levantarla sin que eso sea muy doloroso o vergonzoso porque, insisto, para éso está la frivolidad. Porque una acaba entendiendo,  en tanto que resuelve los conflictos con los demás -es una acción contradictoria y cíclica- que también se puede construir en la resolución  y que la resolución y la posibilidad de cambio te dan una mayor libertad, la libertad de elegir el cambio, la libertad de elegir la variable, la libertad de elegir ser nueva en un lugar conocido; y una forma de acceder a esa capacidad es la asignatura que parece que tengo pendiente: la ternura. 

Al fin y al cabo todo puede tratarse de conexiones neuronales, y quién dice que si realizamos pequeños cambios, esos cambios no desencadenen otras cosas mucho más grandes y complejas. Además, esos cambios, gracias a  diosx,  a veces están sujetos a la casualidad. Es una acción dialéctica, empática  y tierna. Es conocer las partes oscuras que no nos gustan de nosotrxs a través del espejo que son lxs otrxs y mostrarnos ante ellas comprensivxs y, si se puede o se quiere, tiernxs. Porque en el el acto de reflejarse, al igual que ocurre en un espejo,  se desarrollan las leyes de la reflexión, un fenómeno que fascinó durante años a nuestrxs antecesorxs y que hizo ahogar a Narciso y volvió loca a Eco.

Pero cambiando de mito, somos muchas cosas, eso nadie lo duda, pero yo quiero ser Teseo. No quiero ser ese Teseo que, gracias a Ariadna, se salva de su destino de morir a manos del maltratado Minotauro. Quiero ser el Teseo que sana. Quiero ser el Teseo que aprende de la empatía y de la ternura; el Teseo que ayuda a Heracles. El Teseo que comprende, entiende y dedica su tiempo alx otrx. Es cierto que todo esto me queda un poco grande. La impostura -secreta-, de pensar que la ayuda es una forma de egoísmo proyectado me dificulta toda interrelación con acciones más altruistas, pero se ve que me he levantado humanizada, se ve que la primavera me refresca la cabeza y caigo sin remedio en la creencia de que algo puede variar, de que la ternura no es un espacio vetado para un cuerpo como el mío y que la empatía puede sacarme de tanto solipsismo enfermizo y narcisista. 
Así que hoy, que ha dejado de llover, abriré la ventana de la habitación, regaré los pensamientos que se están secando por tanto calor, y guardaré en la manga el as de pensar que escribo mi historia como me place.

Pd: Quiero saber si la música que cuelgo se escucha, porque forman parte del proceso de escribir los textos (introducción a un espacio emotivo y rítmico). Besossss.

lunes, 12 de mayo de 2014

Diario de la pérdida y el deseo; 12 mayo

Nos bañamos, el agua está tibia y parece que empieza a hacer calor, llevamos una semana de calor y tiritas, de sandalias y sol amarillo cegador.
Respiro.
Piernas entrecruzadas. Pelo mojado.
El agua caliente me pone, no puedo evitarlo. El agua me pone. Me pone notar la humedad entre la piel, entre los pliegues. Las gotas surcar la espalda,  las gotas, las gotas del pelo mojado.
La levedad del pelo dentro del agua.
Sensación de ingravidez. Soy ligera y madera a la deriva. Cuando estoy dentro del agua estoy reconfortada.
No hay decisión en dejarse llevar, es relajante como respirar profundamente un día de lluvia. Respira en un día de lluvia, abre los pulmones y respira.
De nuevo vuelvo a esta bañera con azulejos amarillos.
Me lavo el pelo, meto la cabeza dentro del agua, como una Ofelia de clase media.
El sonido del agua contra la piel. Tus piernas, tus ojos. Un dedo  tuyo en mi boca y mi dedo dentro de ti.
Una mano en tu sexo, respiro hondo, te pregunto que quieres.
El agua esta en todas partes, el agua emite destellos cuando el sol se filtra entre su materia liquida.
Me sumerjo entre el no espacio y lo cachonda que me estoy poniendo.
Multiorgasmia acuática.
Cierro los ojos y sé dónde queda el mar, lo lejos que está de mis epiteliales.
Nostalgia.
Te susurro al oído, voy a acabar enfermando de melancolía.
Echo de menos el verano y el mar.
Otro lunes cae en el calendario.