Ha caído la niebla y el mar esta lejos de los cuerpos que habitan este espacio. Es noviembre, siempre que se esta lejos del mar es noviembre. Noche blanca como el olvido. Hace frío, frío de niebla y el viento susurra en el idioma del miedo. Se oye una verja y las hojas golpeando en el cristal. Ella se ha despertado por uno de esos golpes en el cristal, ha sido un golpe de hielo en el espejo de la cama.
Nota el frío dentro del pecho, el frío, un suspiro.
Mira al lado izquierdo y no esta. Otra noche de insomnio. Tarda en decidir qué hacer. Despacio deja caer los pies al suelo. La uñas rojas chocan con el blanco lunático de la alfombra. Coge la sudadera. Respira y sabe que va a ir a su encuentro. Siente su insomnio en todo el espacio que ha quedado. Camina mientras los pies hablan con la madera. La luz del salón, está encendida y, ha puesto la chimenea. Oye el crepitar del fuego que ahora la parece ensordecedor. Baja por las escaleras despacio, intentando percibir el cuerpo que esta en el sofá, percibe su aliento desde el espacio que avanza. Esta leyendo. Observa la lectura del insomnio desde el umbral, ha sido un día demasiado largo como para que el sueño no venza al insomnio. Cuando se acerca, despacio, su mano rozara el pelo oscuro. Un beso en la mejilla. Va hacia la cocina, hierve agua y desde la cocina sigue observando su lectura y el fuego. Le ofrecerá una infusión y la aceptará. Después se deslizara despacio hacia el hueco que queda a su izquierda. Acurrucara su cuerpo contra el hueco del cuerpo que no duerme y leerá lo que lee la persona que no duermo. Despacio se acercara a su oído y en el susurro que acompaña una confesión pagana dirá:
-promete que nunca me lo harás.
Viento, crepitar y el sonido de las piernas que se cruzan. Un beso.
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