Después de los sustos y disfraces de la noche de las almas y del día de todos los santos hemos decidido ir de exposiciones.
La primera que hemos visto es una de fotos de Marilyn. Marilyn y lo que queda de ella detrás de los vestidos de noche y los flashes, detrás de la melena rubia y del 90-60-90. La Marilyn que lee Hojas de hierba de Withman, la Marilyn que escribe en su diario fragmentos inconexos de citas y frases de guiones. La Marilyn que come con Karen Blixen y Carson McCullers, la Marilyn en el césped con los pantalones capri, y la Marilyn que ojea, mientras desayuna, el New York Times. Y mientras veo esas fotos y releo en mi cabeza algunos de los textos que publicó Seix Barral en el libro Marilyn Monroe: Fragmentos (poemas, notas personales, cartas), intuyo una intimidad que me invento, una intimidad que construyo con pequeños esbozos de un montón de datos, de un montón de imágenes de alguien que deja de ser de carne y hueso y se convierte en icono de Warhol. Veo la cara de la otra Marilyn y me resulta mucho más fascinante porque, a mi antojo, a mis ojos, la vacío del icono y la recreo, la creo una nueva vida sobre lo intimo del patio trasero de una casa, sobre lo íntimo de un salón con biblioteca, sobre lo intimo de una cocina, sobre lo íntimo de un dormitorio o sobre lo íntimo de un sofá que resulta relativamente cómodo para quedarse dormida a la hora de la siesta mientras espera a que pase la tarde.
My bed (1998) de Tracey Emin |
Entonces salimos y llego a casa y hago una foto con mi móvil de una parte de lo intimo que voy a colgar en un time line instagramer de fotografías de lo intimo, de fotografías que han construido el concepto de lo intimo con otras fotos, con otras fotos icónicas que versan sobre lo intimo, con otras fotos de lo intimo que se han construido con publicidad de franquicias de ropa interior y de calcetines confortables, con fotos que se han construido con escenas de películas, con fotos construidas de poemas o narraciones donde, curiosamente y a voluntad de lo correcto políticamente, se ha suprimido la parte de lo intimo que habla de lo escatológico, que habla de llegar a casa borracha como una cuba y poner la taza del water perdida, que hablan de levantarse por la mañana y ver el colchón con una mancha de sangre, y me pregunto si eso no lo hemos construido también con esbozos de otras narraciones y de otras películas, con obras como My bed de Tracey Emin.
Y entonces, siento que nuestro yo es construido con otros yos, con otros retales de yo, con otros personajes, y me pregunto cuánto de íntimo tiene lo íntimo.
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