Te volví a conocer un día cualquiera del final de un verano, cuando hacías de niñx perdidx con unos pies muy pequeños para llevar zapatos de vestir. Hace, de esto, algo más de 10 años. Entonces siempre llevaba camisas de mi padre.
Después, entre cosas, líos, universidades, acabamos en la cama y formando una pareja.
Ayer leíste en público. Llevábamos discutiendo toda la semana por platos, sábanas, Saussure y Barthes. Discutíamos por significados y significantes, discutíamos porque a veces somos incapaces de entendernos, esas veces en que nos perdemos entre las palabras.
Pero ayer leíste en publico, leíste un poema que no recordaba conocer. Un poema muy post, con alusiones a otros poemas, con alusiones a un viernes noche que no recuerdo, pero del que tú tienes un nítido recuerdo. Como si lo hubieses fotografiado en tu memoria, como si lo hubieses grabado en el poema.
Te observé, te diseccioné desde lejos. En esos sitios siempre eres tú lx protagonista, y yo me quedo en un cómodo fuera de campo que me permite verte mientras hablas, que me permite reconocerte entre una multitud de caras que son conocidas. Estabas realmente bien, corbata vaquera, camisa, gafas negras que te dan un aire alejado de esta meseta. Me puse roja y los labios se me hincharon. No soy nada discreta en cuestiones sexuales. Leías y yo sólo podía pensar en lo cachonda que me estaba poniendo al verte así desde lejos. Primero eché la culpa al agua de valencia, al vino y a las brochetas de fruta. Pronto descubrí que no había tomado tanto alcohol como para ponerme cachonda, así que tuve que asumir que el espacio público, la distancia y la inaccesibilidad era lo que me estaba poniendo.
Te veía mover los labios pero me costaba entender lo que decías. Empecé a tener calor, así que salí despacio a la calle y respiré, estaba chispeando y la calle estaba llena de gente. Te vi desde el escaparate, eras un codiciado objeto y estabas rodeadx. Pasabas los folios despacio, lentamente, y mascabas las palabras con una grave entonación. Alternancia de protagonista en el precario escenario. Conversaciones, libros y tú a diez pasos en un espacio que se me volvía absurdamente eterno, me acerqué y me presenté como si fuese la primera vez que nos conocíamos; sonreí y supe que la disección acabaría entre las sábanas, por las que habíamos discutido la semana entera.
Yo también quiero ser (re)leídx mientras (re)leo un poema que aún no existe, pero que ya ha existido. Tremendo final entre las sab(an)ático. Y tremenda canción. Gracias por escribirlo/compartirlo.
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