lunes, 2 de febrero de 2015

Diario de la pérdida y el deseo: 2 de Febrero


Es lunes y aquí es fiesta. 
Es una de esas fiestas que saben a domingo triste y de finales de noviembre, pero es lunes y estamos a principios de febrero. El cielo amenaza con nubes de nieve y tú no estás, como todos los lunes desde hace unos meses. Pongo a Ferreiro. Ferreiro es como un día de lluvia con una taza de té caliente y alguien mirando un horizonte muy verde. Es un cliché de nostalgia burguesa y algo cursi. 
Te echo de menos y aún queda el olor de tu colonia en el cuarto de baño.
He fregado los platos de la cena y las tazas del desayuno. He barrido la tierra que trajimos ayer del monte y Nemo duerme.
Queda la mitad de la tortilla que hiciste y tus calcetines aun están al lado de la cama. Sigue sonando la voz pastosa de Ferreiro y yo sigo echándote de menos. 
A veces, se nos olvida todo el hueco que dejamos cuando marchamos. Es la presencia en la ausencia. La construcción del que se va en el hueco que queda, en todo aquello que ha tocado. Como si las epiteliales que perdemos fuesen un yo completo. Como los huecos que construyen la arquitectura barroca, la construcción a través del vacío, de la sombra. La construcción del cuadro sin la ausencia, la ausencia entendida como sombra ¿es posible?.

Un was tuyo con nieve. Con esa sensación de silencio, de estar sorda que tiene la nieve. Toda tan blanca y construyendo a través de un blanco que recuerda a la sombra de tu ausencia, al hueco desocupado que ha dejado tu presencia. Esa blancura se me antoja hoy, ahora, parecida a este echarte de menos que tengo hoy cerca de la boca del estomago. Lo sé soy algo dramática. 
Suena esa playa tan famosa y llena de lluvia.

La mañana sigue pasando, he cambiado a Ferreiro aunque yo, sigo echándote de menos. 


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