domingo, 10 de mayo de 2015

Diario de la pérdida y el deseo: 9 de mayo

Es sábado. Es un sábado que tiene las ventanas abiertas de casa. Es un sábado donde he caminado por esta ciudad que hoy se me antoja alegre y soleada. Nos pilla lejos el mar del sur, nos pilla muy lejos y muy lejos nos pillan las aloe veras y las mimosas que brillan en amarillo e inundan de dulce todo el espacio que las rodea.
He comprado té en esa tienda pequeña donde conozco al dependiente y hemos hablado sobre líneas convergentes y niños y teatro. Era todo como una bossa nova. Tenía el ritmo de bossa nova. Se me antoja un día cálido de animo, un día donde puede que te proponga ir a comer al monte de encinas y donde puede que todo se vista de lino y rayas.
Huele al chillido de las golondrinas planeando en un cielo azul y amarillo. A veces todo esta más cerca de lo que parece.
Ponemos ritmo a los pies con una melodía sorda y caminaremos entre calles que hoy tienen el color del cinemascope de una película romántica y tonta, de las que siempre acaban bien y que la luz siempre es una luz amable de tarde.
Hay flores en el jarrón verde. Unas bonitas siemprevivas de tres colores diferentes que me han recordado a esa bisabuela que pintaba historias del antiguo testamento. En la pila del baño hay otro ramo para la madre que tiene memoria, para la madre que nunca quiso ser madre.
Nemo te espera tranquilo en la puerta de casa y Kali duerme en la montaña de cojines de este día alegre y soleado. Es uno de esos extraños días en que creo que todo tiene la medida precisa. En alguien como yo, la medida precisa es complicada, así que empiezo a dudar de mi autoconocimiento; pero hoy, sinceramente, no me importa nada mi autoconocimiento y tampoco me importan los días tristes y sin memoria.

Pasta para comer. Llegará el Mediterráneo con sonido de agua hirviendo a la cocina: albahaca, orégano, ajo, aceite de oliva y parmesano... A veces todo esta más cerca de lo que creemos. El viaje es un extraño espacio que no tiene tiempo.

A veces, la medida de las cosas es un día soleado y cálido que huele al chillido de golondrinas donde suena la bossa nova y huele al plato de pasta que vas a cocinar.




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