domingo, 7 de julio de 2013

Diario de la pérdida y el deseo: Verano

                                                                                   a los que ya no están, a los que se fueron, a la ausencia:


Mis veranos siempre fueron veranos largos, veranos densos y veranos mediterráneos. Mis veranos fueron Ana y Jesús y Marta. Mis veranos fueron dictados del Quijote y de Juan Ramón en una terraza de apartamento con vistas al mar y mesa de mimbre. Mis veranos eran carboncillo, acuarelas, pasteles y latas de titanlux. Mis veranos eran noches de piratas en octosílabos y tetrasílabos, eran boleros de bocas rojas y tangos que hablaban de un parpadeo que regresa. Mis veranos eran la biblioteca de mi abuelo y el gazpacho de mi abuela. Escarabajos y salamandras en la casa de Pilar, muletas y leches merengadas, olor a sardinas asadas y piedras pintadas en el Campello. Mis veranos eran sal y paella, eran tellinas, sandias y vestidos de barcos azules, blancos y amarillos. Mis veranos eran mi primer bikini y mi tercera regla. Mis veranos eran largas horas de siesta escuchando en el walkman música de moda, la nativa inglesa y el trina de manzana. Mis veranos eran las sábanas húmedas y con arena, las duchas en la entrada del edificio de verjas verdes, el olor a basura y el cine al aire libre con la película de tiburón. Mis veranos eran veranos de la vuelta al cole, los zapatos náuticos y Santillana. Mis veranos eran caminar entre las dunas, buscar mariposas, encontrar cangrejos ermitaños. 
Mis veranos eran despedirme de la elegante siamesa que se suicidó desde un séptimo piso, y dar de beber al perro en el camino. Mis veranos eran las pulseras de conchas, las hojas de eucaliptos, las mimosas y las huertas de naranjos y limoneros. Mis veranos eran la excursión a un Benidorm que vendía el cuero más barato, la visita al puerto deportivo donde estaban anclados los yates, las polaroids, las toallas de rayas, las sombrillas de flores.
Mis veranos, más tarde, fueron veranos de Dic ocho años, Coronita y afters de polígonos; veranos de física, matemáticas, de acoplar horarios y piscinas de interior, veranos de sexo torpe y precario, veranos de apuntes, de cursos, veranos donde todo se precipitaba y donde apareciste tú; veranos que pasaron irremediablente a ser un poco tú, un poco yo, y un poco Lorca, veranos en los que empezaba a faltar gente y a aàrecer gente nueva; veranos para deciros, feliz verano. 

2 comentarios:

  1. Anónimo7/27/2013

    El frigopie, la orilla mordisqueando los tobillos, el estruendo de las cigarras y el viento de poniente latiendo en los olivos...
    La marea intensa de vuestras risas

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  2. Casi terminando el verano, me reencuentro con tus añorados veranos, los diarios y Fanfarlo.
    Un placer leer lo que escribes.
    Lrc

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