Ocurre. A veces pasa.
Ese martillo dentro de la cabeza. No sé por qué se produce. Pero suena ahí dentro a ratos.
Se desencadena de manera casual, es como un brillo que acaba en espiral con sonido intermitente. No llega a ser sirena.
Ninoninonino...
Es un martillo que cambia de fuerza, de sonido, dependiendo de la arbitrariedad más absoluta.
Es un pensamiento martillo que no se parece en absoluto a un oso blanco pero pesa lo que pesa un oso blanco.
El insomnio de antes de sonar el despertador.
Esta ahí.
Tú coges el coche, sacas al perro, visitas a tu madre, hablas de política, compras naranjas y el martillo esta justo ahí, debajo de las cosas que haces todos los días. Agazapado. A veces no se piensa, a veces se siente. El martillo aparece. Lo oyes. Lo oyes golpear y no puedes sacarlo de la cabeza. Puede no durar mucho, es el flash-martillo. Después vuelves al mismo lugar donde estabas, coges el coche, sacas al perro, visitas a tu madre, hablas de política, compras naranjas.
No adormece el sonido. No es una caída libre, es una caída pausada, intermitente y si observas todo el proceso, te parece incluso despreocupada. Pero ahí esta, latente, intermitente, pendulación entre la repetición de algo que no ha ocurrido y algo que puede ocurrir. Es silencioso, nadie lo nota. En realidad, es más fácil poner buena cara y sonreír que exteriorizar el sonido del martillo. La sonrisa, la buena cara, elimina las preguntas del sonido en el otro. Constantes preguntas que se convierten a su vez en parte del martillo. La necesidad de dejar de oírse, la insistencia del martillo por que lo oigas dentro del cráneo. Moverse hacia la acción. No querer acción. Respirar y la inutilidad de la respiración. Los otros como seres afilados, alfileres, legos olvidados a los pies de la cama una noche sin luna. El susurro del pasado en la oreja izquierda, el velo del futuro en el ojo de Cíclope.
El peso de una pluma es tan molesto entre el sonido del martillo...
La palabra "hammer" se parece más al sonido y al eco que queda en tu cabeza que la palabra martillo.
Cristales pequeños dentro de la bañera. Otra vez ese pensamiento. Discusión perdida en el espejo. La culpa se presenta como una inestimable amiga. La soberbia no apaciguará el dolor de los justos. La justicia es la abstracción del dictador.
Agazapado, duerme el martillo y tú no lo ves.
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