Laisse aboyer les
chiens. B.B
Un roce de manos en una cena improvisada. Hay tanta gente
que cuesta leer lo que se dicen cuando solo se rozan.
El silencio es el aliado del misterio. Pero ahora mismo no
hay silencio, no hay misterio, solo hay un roce de manos, en una cena
improvisado. Durante un fractal de segundo se miran, pero no es suficiente para
percibir que es lo que hay detrás del contacto y el tacto de la piel. Un
nanosegundo y ¿han sentido erizarse la piel?
Cuerpo extendido por el deseo torpe que se lee entre el sonido sordo del bullicio. No hay susurros. El estruendo que desaparece solo con el tacto
de dos dedos en una mesa. Es un segundo congelado en un roce de dos manos, de
dos dedos, algo anodino. Nunca más volverá esa milésima de segundos en el roce
del tacto de las manos. Se quedará para siempre en ese tiempo. Cuando vuelvan a
ese roce de manos, no sabrán que hay historias que nunca se contarán a través
del silencio.
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